Tu ego confiado te hace creer que volveré,
como si aún no quemara nuestro hilo rojo.
Intentando impedir mi salto al vacío
esperas el momento para verme caer.
Te intriga pensar dónde paso mis noches
o los sueños de quién voy tejiendo en mi rueda.
Y que anillo pondrá en su corazón de doncella
la parte que perdiste, tu alma gemela.
Ya no cazo almas, ni recojo besos.
Me persiguen caballeros, no me alcanza nadie.
La chamana sabia hizo dormir a la niña,
contándole un cuento sanó sus heridas.
Me abraza la madre, me habita la anciana
me pinta el cabello, me trenza el porvenir.
Guiñándole el ojo a los viejos anhelos
habituada ya a tantas muertes simbólicas.
La bestia domada, el sexo tranquilo,
a sus pies las dagas vencidas de su mente.
Y en la frente una corona de flores eternas…

No hay comentarios.:
Publicar un comentario