Instagram

Instagram
Sígueme en instagram❗👀

viernes, 27 de noviembre de 2020

El yo idea, el yo ideal y el yo esencial.

Avanzar por el camino de la búsqueda espiritual, es sin lugar a dudas, llevar la luz de la conciencia a todas las áreas posibles de nuestra vida. Y esa luz, muchas veces, no es más que incorporar un nuevo conocimiento a nuestro sistema operativo. ¡Así de sencillo!. Sin luces de colores o visiónes por el tercer ojo.
Al contrario de lo que se suele pensar, el camino espiritual está lejos de remitirse a ser algo puramente místico, teológico o religioso, sino que más bien se podría describir como una búsqueda incansable de la verdad esencial, la comprensión antropológica y ancestral de la conducta humana, y de los misterios insondables del universo. Sus leyes físicas, espirituales, y simbología histórica ocultista (mentalismo y alquimia). Ésto hace a los buscadores, divagar por muchas corrientes religiosas (orientales y occidentales), y escuelas de pensamiento filosófico, incluyendo a escritores y pensadores de todos los tiempos. También pasamos inevitablemente por vendedores de humo, charlatanes, autores ego y falo centristas, chamanismo, paganismo, brujería, mercaderes de la espiritualidad y un largo etc…
Pero todo conocimiento es bueno, mientras no nos encerremos en la creencia, y que ésta termine limitándonos a perseverar, y por ende, a dejar de buscar.
Toda verdad debe ser entendida como una “verdad a medias”, sujeta siempre a análisis y cuestionamientos. Pero un nuevo conocimiento indudablemente, trae agua fresca al pozo insaciable de nuestra curiosidad. Pero no nos va a calmar la sed... 
Mientras más conocimientos adquiere un buscador, nuevas preguntas surgirán, lo que hace que el buscador, en algún momento, termine cayendo en cuenta de que se encuentra sin saber, en una búsqueda infinita... 
Quizás, desde eones, y ¿por qué no?, que se esté llevando a cabo a lo largo de muchas vidas.
El hombre desde sus orígenes, ha intentado interpretar el universo que le cobija, y posteriormente, la verdad de su existencia. Así surgen las primeras deidades y mitologías, como también, el estudio de diversas áreas del conocimiento científico (astrología, astronomía, medicina, química...), encontrándose permanentemente, y a lo largo de la historia, en una constante búsqueda de respuestas. 
Sin embargo, el hombre moderno (contemporáneo a nuestros días), poco y nada se cuestiona... 
Vivimos en una era en la que más que nunca, el conocimiento se ha vuelto masivo y democratizado. Refiriendome no sólo a los principios herméticos, ocultistas, metafísicos o alquímicos (antiguamente reservados a logias y sociedades secretas como masones, templarios, gnósticos, kaabahalistas, rosacruces, culto a Saturno, club de los 300, Bilderberg, sabios de Sión, e iluminatis, entre muchos otros, cuyos principios del mentalismo como la  “ley de atracción”, son ampliamente difundidos en la actualidad, por algunos vendedores de autoayuda, en las populares obras literarias; “El secreto” o “El Alquimista”. Temáticas abordadas por supuesto, y a conciencia, muy por encima de la superficie (...), con un buen marketing y lucro de por medio). Sino que hago mención al más amplio y común de los conocimientos.
Todo está ahí, a un click de distancia, y sin embargo, la vida moderna y sus devenires, sumado al profundo desconocimiento que el hombre actual tiene de sus más básicos procesos, y de su ingeniería interior, hacen que lo esencial, como dice “El Principito”, de Antoine de Saint-Exupéry, acabe siendo “invisible a los ojos’… 
¿Cuánto más fácil sería, si en las escuelas nos enseñarán los secretos de la vida, y cómo vivirla mejor. A entender nuestra psicología, nuestra química cerebral, nuestro ser almico y emocional, con nuestro cuerpo como vehículo de nuestro espíritu. O la importancia del autoconocimiento, el desarrollo de la conciencia y de alinearnos con nuestra misión de vida. Si junto a los problemas de álgebra, se generara conciencia social, económica y ecológica, respondiendo en conjunto a procurar un bienestar, ya no individualista  o de consumo, sino que orientados al bien común, y alineados en pro de brindar un aporte a la humanidad?.
Creo, con optimismo, que así serán las escuelas del futuro. No seremos educados como rebaño, con una pauta estandarizada de conocimientos a impartir, aplicada a individuos únicos. Sino orientados a desarrollar nuestro potencial en nuestras áreas fuertes. Escuelas que potencien nuestros dones y aptitudes naturales, encaminándonos a dedicarnos a nuestra verdadera vocación. Contribuyendo de esta forma a construir una mejor sociedad, por medio del envío para la ejecución de las actividades, de individuos plenos y felices. Seres humanos inclusivos. Realizados en la integración de todas las partes del ser. No frustrados, humillados o castrados, como en las sociedades actuales. Einstein decía que si educabas a un pez, obligándolo a trepar árboles, crecería pensando que era un fracazado...
Una forma de acercarse a nuestra verdadera vocación o misión de vida, y de saber si actualmente estamos trabajando en ella, es diferenciar el "yo idea", del "yo ideal" y del "yo esencial". 

°Yo idea: se desarrolla a partir de la primera infancia, y corresponde a la propia idea que el individuo se hace de sí mismo, a partir de las experiencias que vive, y sobre todo, de lo que su entorno "le dice que es". 
Es el personaje que creamos con la información que los otros nos han proporcionado, a través de sus juicios y definiciones. 
Cuando somos niños, nuestra personalidad y criterio están también en desarrollo. Por lo tanto, si su entorno cercano le dice permanentemente al menor que es "estúpido, egoísta, inútil y cobarde", éste inevitablemente, crecerá pensando que lo es, y desarrollará una conducta, con acciones tendientes a actuar en concordancia a lo que piensa de sí mismo. 
Por ejemplo: si siempre se le dijo que era "cobarde y miedoso", posiblemente no quiera dormir con la luz apagada, auto generándose temores irracionales y traumas, a modo de respuesta, sólo para reforzar la idea que sus padres y círculo cercano tienen de él. Aferrándose al “yo idea”, por lo menos hasta la adolescencia, donde aparezca el “yo ideal”... 

°Yo ideal: el “yo ideal” aparece como una respuesta al “yo idea”. A ese juicio y dictamen de otros, y que nosotros creemos ser. Aparece como una buena solución, comparado con el devastador “yo idea”, negativo y categórico, y al cuál tanto rechazamos... 
Porque a nuestro nuevo personaje, el “yo ideal”, le hemos de atribuir, todas las cualidades positivas, o mejor dicho, opuestas a las que tiene nuestro “yo idea” (el que no queremos ser). 
Por ejemplo: si mi “yo idea” es creer que soy débil y llorona, mi “yo ideal” será convertirme en una mujer fuerte, inmutable, que no exprese emociones que puedan ser vistas como debilidad. 
Crecerá con la creencia errónea, de que su sensibilidad es algo malo, y un motivo de vergüenza. Por lo tanto, habrá una exacerbación de esta cualidad opuesta al "yo idea", la cuál a la larga, me ha de convertir en un adulto, incapaz de expresar lo que siente. Profundamente reprimido y deprimido.
El “yo ideal”, es idílico, utópico y aspiracional, y suele estar inspirado en alguien que admiramos. Puede ser un profesor, un hermano, o cualquier otra persona, adulto o par, que reuna las características deseadas, y que nos cause admiración. Que posea aquellos rasgos de personalidad que tanto ansiamos tener, o que cuenta con el cariño y aceptación de ese entorno que a nosotros nos rechaza, o nos compara. 
Sin embargo, el “yo ideal”, aunque parezca bueno y creamos que nos sirve como una suerte de guía u inspiración, para mejorar lo que creemos que tenemos defectuoso en nuestra forma de ser, en verdad termina siendo otra máscara social, y del ego, mucho más perjudicial que el “yo idea”, porque nos aleja aún más de nuestra verdadera esencia. Llevando a que muchas veces, acabemos por sentirnos superados. Tanto por la impotencia de no ser lo que se es, como por tener que negar nuestra propia naturaleza, para ser aceptados, o para que nuestros padres nos reconozcan, nos vean, nos valoren, y nos amen. Ésto, sumado a la frustración de no alcanzar jamás ese anhelado alter ego. 
Porque nunca serémos lo suficientemente bellos, fuertes, inteligentes o exitosos, para alcanzar los estándares del personaje en el cuál nos estamos proyectando, no importa por cuánto tiempo nos esforcemos en conseguirlo... ¿Qué te parecería demorarte una vida?... 
Ésta es la causa que nos lleva, frecuentemente, a elegir profesiones y parejas que no amamos. Trabajos y amigos que muchas veces, no tienen nada que ver con nuestra vocación, habilidades o verdadera esencia, ni responden a la realización de nuestro ser, en todas sus dimensiones. Mucho menos a los aprendizajes requeridos, por nuestra alma, para enriquecer nuestra experiencia humana. Y tristemente, esa es una de las trampas más comunes del ego, que nos puede tener en un bucle constante entre estos dos falsos “yo”, a veces por bastantes años...  

°Yo esencial: el “yo esencial”, está estrechamente ligado a nuestro propósito superior, o misión de vida
Únicamente haciendo aquello, para lo que hemos nacido, sentiremos plenitud. 
La profundidad del ser, encontrará su realización. Y su felicidad. 
El “yo esencial”, es como un niño inocente, curioso y creativo. No tiene ningún miedo de expresarse y crear. Pues sabe perfectamente lo que nos apasiona, y para que tiene habilidades, pues le fluyen de forma rápida, espontánea y natural. Sin mayor esfuerzo. Es aquello que podrías hacer durante horas. ¡Y lo harías hasta gratis!. 
El “yo esencial”, en su nacimiento, no ha sido tocado por el "qué dirán", ni por la duda, ni por el miedo. Mucho menos por paradigmas de otros, o duros juicios. No se apega al sistema social de creencias, ni a la herencia ancestral. No busca el reconocimiento, a diferencia del ego, quien prefiere la zona de confort, aferrándose a lo conocido. El “yo esencial”, es la esencia pura… conectada a la alegría de nuestra alma. 
Quizás ya no lo recordemos, por infinidad de razones, pero buscando en nuestros viejos sueños y aficiones de la infancia, lo puedes volver a encontrar. O quizás, en ese hobby que actualmente realizas en secreto. O posiblemente, en algún recuerdo doloroso de tu experiencia, que preferiste bloquear, te encuentres nuevamente con esa ala que te cortaron, y que no te permite volar... La semilla de pasión por la vida, que alguien arranco dolorosamente, ya sea a través de un suceso, un duro juicio, que nadie pidió, una crítica destructiva, disfrazada de burla, o un comentario hiriente, que no tenía que ver con tu miedo, y que bruscamente arrancó la semilla, impidiéndole germinar. En vez de haberla regado con amor. 
Pero nunca es tarde para enmendar el camino. O al menos revisarlo, y permitirnos hacer algo al respecto. Sobre todo, cuando nuestro cuerpo y emociones nos gritan de muchas maneras, que ya no somos felices con lo que estamos haciendo. 
Entonces, debemos escuchar. Y dar pequeños pasos, que de a poco nos irán acercando a nuestra misión de vida. A nuestra realización. 
El primer paso, generalmente constituye un salto al vacío. Pero luego el camino se dibujará a tus pies... 
Otra forma de conocer nuestra misión de vida, es porque se encuentra íntimamente ligada a nuestra historia personal. Especialmente a nuestra herida de la infancia. 

Las heridas emocionales de la infancia son 5; 

-Miedo al abandono
-Miedo al rechazo
-La herida de la humillación
-La herida de la traición y el miedo a confiar
-La herida de la injusticia

Es bueno conocer éstas heridas emocionales, que todos poseemos, y explican muchas de nuestras conductas de la vida adulta. 
Pero, ¿cómo se conecta esta herida emocional con nuestra misión de vida?... 
Se conectan por medio de la sanación de esa herida. 
Sanarla te acerca a lo que viniste a hacer al mundo, desde tu experiencia, para ayudar a otros a que también puedan sanar esa herida emocional. 
La auto sanación, y la decisión de sanar, como acción y por si misma, siempre será una buena opción, y un buen camino para andar. 
Si por el contrario, sientes que estás pleno, haciendo lo que te gusta, trascendiendo de alguna forma en los demás, no está demás preguntarte, en todas tus elecciones trascendentales, 
¿A CUÁL DE MIS “YO” ESTOY SATISFACIENDO REALMENTE, POR MEDIO DE ÉSTA ELECCIÓN???... 

Namasté. 




No hay comentarios.:

Publicar un comentario