No soy buena, no soy santa.
Ni mártir, ni perfecta.
Erro todos los días,
corrijo sobre la marcha.
Hice bastante daño…
(si tengo que hablarte claro).
A veces sin intención,
otras tantas,
a sabiendas…
Yo también le mentí,
a unos ojos que me amaban...
Así supe lo qué es dormir
amordazando a la conciencia.
Por cada error cometido
me arrepentí y aprendí.
He pedido perdón,
por todas y por más…
Cargué cruces ajenas
con una sonrisa.
Y por el camino,
me fuí desangrando...
Entendí que el amor
parte primero por uno.
Luzco mis cicatrices
como orgullosas medallas.
No creo saberlo todo,
comparto todo lo que sé.
De dolor y de injusticia,
me he ido labrando.
De pobreza y de carencias,
construí castillos.
En ellos ocultaba
mis sueños de niña.
He visto la maldad
asesinando la ternura…
Yo tampoco encontré
explicación para aquello...
También perdí la fe,
maldije y odie.
Me abrace a los demonios
por bastantes años…
La vida no me quería,
ni yo quería vivir en ella.
Besé al ángel de la muerte,
y él también me hecho a patadas.
Defraudada de todos,
hice la renuncia.
Terminé mis días
por decisión propia…
Pero esquiva mí suerte,
como siempre ha sido,
no pude morirme,
para más desgracia…
Mi madre llorando
junto a la camilla,
ha sido mi más grande
lección de conciencia…
Hago magia y milagros,
con cariño y ternura.
Romperé tus esquemas,
camaleónica adicción...
Me rehago constantemente,
metamorfosis, transformación.
Sé curar un corazón,
porque el mío fue destrozado…
Me reboza la tristeza,
pero elijo ser optimista.
Me sujeto de la risa,
mi bastón para vivir.
He perdido el miedo
a enmendar el camino,
tantas veces se precise,
o me grite el corazón.
Aunque tengas la razón,
yo defiendo lo que creo.
Y peleó con orgullo,
(aún no aprendí a escuchar).
No sé pedir ayuda,
pero soy tan vulnerable…
Necesito cada noche,
dormirme en una ilusión.
Es tan grande mi pasión,
que me vuelvo inolvidable.
Peligrosa e inflamable.
(Imposible para cobardes)...
No pretendo intimidarte,
ni tampoco persuadir.
Te he venido a prevenir,
por si quieres arriesgarte...
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