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viernes, 28 de diciembre de 2018

Vencidos, vinagres y avinagrados.

El que hace daño, acaba más dañado. No hay peor tortura que la culpa, ni peor cárcel que la propia conciencia. Pero todos podemos ser como el ave fénix, que deja morir lo que fue, para luego renacer. Quien regenerando sus células, logra sanar sus heridas. Y aceptando lo que es, puede volver a emerger, más libre y hermosa que nunca.
No es necesario resucitar como los cristianos, volver al vientre de tu madre, como creía Nicodemo, ni reencarnarse como los budistas o alcanzar la iluminación. Tú puedes volver a nacer, rompiendo la jaula de imposiciones que cargas, y dejando salir tu verdadero ser esencial. Sólo necesitas reconocer tus errores, aprender de ellos, pedir perdón, perdonarte, liberarte y avanzar. Tal vez te tome tiempo, pero siempre puedes comenzar.
Se puede hacer brillar la luz, hasta en el peor de tus infiernos...
Se puede emerger de las cenizas y transformarse. Crecer es una decisión.
Liberarse del precepto de tus padres es posible, dejar de querer complacer a todos, también se puede. Dejar de necesitar con desesperación que te vean, que te amen. Porque quizás nadie te amo… es absolutamente lograble. Dejar de dar valor a lo material, y de sacrificar  momentos con los tuyos, por acumular posesiones, es trabajable. Cesar de poseer, porque tal vez nunca tuviste algo tuyo, es un desafío que podemos alcanzar. Amar sin encerrar, puede dejar de ser utopía.
Dejar de calificarte, se puede lograr. Así como convencerte, de que no eres lo que te dijeron.
Que no eres ni tu enfermedad, ni tu historia, ni lo que hicieron de tí, ni lo que tú te provocaste, ni tus carencias, creencias, o circunstancias, sino que eres libre de ser, lo que tú quieras ser.
Libérate de toda autodefinición. Y sé lo que de verdad eres. Como tú sabes que eres, no lo que construiste. No lo que te dicta el ego. O tus emociones. O tu racionalidad. Deja salir tu esencia!!.
Quizás es más fácil ir repartiendo mierda por la vida. Andar amargado, suicidarte o vivir sin vivir… en modo zombie.
Dejando de soñar. De sonreír. De conmoverte... de dar. De contemplar la belleza y el milagro, en toda la materia que te rodea. En toda forma de vida.
Encerrándote en el universo de tu propia desgracia. Mirándote el ombligo, de aquí a la eternidad...
Ser déspota y egoísta no implica ningún esfuerzo. Esa es la opción cómoda, la zona vainilla. Esas personas requieren más tiempo para despertar la conciencia, y no son peores ni mejores, sólo pisan un peldaño diferente en la escalera de la existencia. Pero su crueldad no los hace cool.
No disfraces tu egoísmo con ser “diferente”. Ni tu falta de empatía, con “irreverencia”.
Liberarse de esos demonios internos requiere principalmente decisión y coraje. Lo realmente difícil, es no perder la ternura. Lo aplaudible es elegir el optimismo. Y colorear los momentos grises.
La verdadera revolución es sonreír, cuando llevas el alma partida.


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