Hasta siempre, mi alma!.

Sentada en la realidad, esperaba a que llegaras. Con aires de indiferencia, me fumaba las ganas de verte.
Mi mente alocada coloreaba mil escenas de reencuentros posibles.
Mi corazón cobarde se tapaba los ojos. 

La gente pasaba por mi lado, completamente ajena e indiferente.
 Al fin y al cabo, cada quien iba batiendo sus propias luchas.
Yo sabía que era absurdo buscarte, que no tenía sentido, y quería correr!,
pero ahí permanecí, minutos, horas...

 Anclada a mi utopía. Rendida a la contradicción. 

Y llegó el crepúsculo.
 Los faroles encendidos alumbraban la calle desierta de mi absurdo.
El frío me calaba los huesos, tanto que comencé a temblar... 

En qué momento todo se volvió oscuro?.
Cuando fue que simplemente, dejamos morir lo bello?.
En que minuto de infortunio, decidiste abandonarme?.
 Con la boca agria, de tabaco y amargura, recogí mi dignidad, junto a un pedazo de cordura, y me dispuse a moverme de una vez por todas.

A salir del trance y volver a refugiarme en mi hostil, decadente y perpetua soledad. 

Me levanté, con toda la desicion de la que fui capaz. Respire profundo, dispuesta a retirarme. A no verte mas. A rumiar mi frustración.
Fue así, como sin pensarlo, di dos pasos en el aire, y descalzas por el pasto en la noche infinita, sin saber bien que hacía, me puse a bailar. 

Extasiada en mi locura, mi alma desprendida danzaba para ti, y los espíritus amigos, comenzaron a llegar, formando coloridas constelaciones de energía, que venían desde el cosmos y caían como estrellas fugaces.
Entonces, en la danza de los tiempos, finalmente comprendí... 

Nunca estaría sola. Todos éramos uno. Todos íbamos creciendo hasta formar parte de la misma fuerza, hasta unificarnos. 

En ese momento vi tu luz, que se alejaba lentamente, haciéndo guiños de despedida. Yo le sonreí. Porque ahora lo sabía.
No había separacion posible.
 Tan solo reencuentros.

Y emprendíste el largo viaje evolutivo, 

ese que tal vez duraría milenios...