Habemos personas a quienes la soledad nos acomoda. Somos aquellos que no siendo antisociales, también sabemos encontrar gusto y placer, en nuestro mundo privado. En ese espacio propio, único e ingobernable en el que fluimos, en donde hacemos lo que nos gusta, (sea lo que sea), sin ser juzgados ni criticados. Lejos de la gente y sus miradas escrutoras. Blindados de sugerencias, de intromisiones, de consejos que no pedimos, de verdades absolutas, de buenas intenciones, en fin, ajenos por un rato del resto del mundo y de su hipocresía. En ese universo personal, en donde nos despojamos de cualquier mascara o careta, sencillamente porque no tenemos que aparentar nada, ni gustarle a nadie, es cuando realmente somos libres. Cuando sale a relucir nuestra esencia.
Es un momento sublime. Porque te encuentras desnudo, no puedes correr, ni disfrazarte, ni evadirte, ni refugiarte en el grupo.Estas solo. No hay distracciones. Eres solo tú. Y tu verdad...
Eres únicamente, tú frente al espejo, sin ningún tipo de adornos. Eres tú, enfrentado a ti mismo. Y este podría ser un momento feliz, o ciertamente el mas miserable de tus instantes...
Porque podemos falsear una identidad. Aprendernos un libreto. Mentirle tan bien, a todo el mundo, de manera que todos se crean la veracidad de tu personaje. Tanto es así, que aveces hasta tu mismo, sonríes con satisfacción y llegas a la siguiente conclusión: "en realidad soy esto".
Pero no. Sorpresa!!. Resulta que en soledad, enfrentado de lleno a tu propio espejo, observando a la luz nuestros secretos, nuestras heridas, nuestros errores y cada una de nuestras miserias, nuestra verdad mas intima, pura e inconfesable, nuestro verdadero ser, nuestra humanidad en todo su esplendor, con grietas, con pasajes oscuros, atroces, grises y luminosos, mirándose de forma descarnada, con coraje y sin piedad, sucede que uno se ve, absoluta y realmente...
Nadie te conoce mejor que tu mismo. Y uno siempre sabe quien es, como es y lo que verdaderamente es... Y es ahí, en ese preciso momento, en donde viene la gran pregunta... Esa pregunta que muchos evaden.
Pues hay quienes pasan por la vida, sin someterse jamás a este crudo auto análisis. Porque hay que ser valiente para mirarse a uno mismo, al interior.
En realidad, para qué el desgaste?. Si es tanto mas fácil pasar por de largo...
Y aquí llego a la conclusión, de que quienes se aferran desesperadamente a un otro, que quienes evitan la soledad a cualquier precio, es porque sencillamente no son capaces, de quedar a solas con sigo mismos. Con sus demonios y sus fantasmas. Enfrentados de cara a sus miedos, a sus peores pesadillas...
Porque no soportan verse!, porque prefieren llevar eternamente a cuestas, la pesada armadura que protege a sus frágiles almas del daño. La venda en los ojos que nunca les permitirá ver, ni tristemente, mucho menos verse...
Pero lamento informarles que la compañía es transitoria, es mas bien ilusoria.
Estamos desde el vientre y hasta el fin de nuestros días, inexorablemente sólos.
Sólos daremos nuestra lucha, sólos esperaremos al ángel de la muerte. Comencemos entonces a disfrutar de la buena compañía, cuando esta este presente. A aprender de nuestros compañeros de camino, y a crecer y evolucionar, cuando estemos en soledad. Empleemos ese tiempo para vernos como somos, para conocernos, y ante todo, para aceptarnos.
Aprendamos a perdonarnos, a respetarnos, a cuidarnos, y a querernos. Ya que es únicamente así, la forma en que encontraremos paz. Esa plenitud que todos anhelamos. De la que podremos disfrutar, ya sea sólos o en compañia. Y es que eso sera irrelevante, porque la felicidad y la luz, estará en nosotros.
Bueno, la gran pregunta mencionada anteriormente, y a la que hacia referencia, era la siguiente: una ves que me veo como soy, me gusta lo que veo??. No en lo que la vida o el resto han hecho de mí, sino en lo que yo me he transformado??...

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