Cuando creo haber encontrado a un ser diferente, que quiebre los esquemas, que no siga el clásico y predecible patrón masculino, alguien capaz de sorprenderme día a día, alguien que haga de cada instante algo mágico, y de cada lugar el mas bello y sublime, tropiezo de frente con la triste realidad... Personas normales, con vidas normales, con costumbres y gustos normales, viviendo y frecuentando lugares normales. Con vidas aburridas. Con un saco de problemas ajenos a mi. Con hábitos perniciosos demasiado arraigados. Vestidos de miedos e inseguridades, apocados o con delirios de grandeza, arrogantes. Incapaces de ser transparentes, de ser leales, de decir la verdad a la cara. (Léase mentirosos), consigo mismos y su entorno en general. Oportunistas. Egoístas. Tanto al momento de invitar, de compartir, de ser empaticos, e incluso a la hora de tener sexo, hombres que se preocupan solo de su placer, dejando a su paso a una serie de mujeres insatisfechas, muchas que incluso no sospechan ni se imaginan, lo que es en realidad un orgasmo. Si es cierto eso de que hay mas hombres que mujeres, eso explicaría entonces, que el espécimen masculino chilensis sea tan relajado, tan fome, tan despreocupado, tan poco jugado, tan penca la verdad. Total, siempre habrá un quórum de féminas dispuestas a satisfacerlo. Hasta nos peleamos el hueso descarnado, hambrientas. Que mas decir? Simplemente patético.
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